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En la cristiandad hay tres ciudades santas principales que reciben miles de peregrinos cada año: Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela. Esta última, ubicada en el norte de España, ha recibido multitudes de peregrinos quienes desde la edad media han viajado hasta allí para visitar la tumba del Apóstol Santiago. Según la tradición, cumpliendo los deseos del apóstol, sus restos mortales fueron trasladados a un lugar cerca del fin del mundo conocido en aquel entonces: el cabo de Finisterre.
Existen diversas rutas que llevan a Santiago, pero la más famosa es el camino francés que atraviesa varios países de Europa. En España estas rutas están muy bien señalizadas y cuentan con un símbolo propio que identifica al camino: la vieira.
¿Pero qué es una peregrinación?
Una peregrinación o peregrinaje es el viaje en grupo o en solitario a un santuario o lugar sagrado religiosas. con importantes connotaciones religiosas.
Pero lo que diferencia al peregrino del turista es la intención. La mayoría viaja por motivos religiosos, aunque muchas personas recorren el camino por otras razones, ya sea por experimentar algo nuevo, por motivos culturales, por hacer deporte, o simplemente para encontrarse a sí mismos.
Los peregrinos caminan durante semanas, unas siete horas diarias, por lo que conviene no cargar en exceso la mochila. Lo recomendable es que esta no pese más del diez por ciento (10%) de tu peso corporal.
Existen albergues de bajo costo en cada uno de los pueblos y ciudades del camino, que acogen con sencillez a los caminantes y atienden sus necesidades básicas: como curar las ampollas del pie, lavar la ropa sudada, comer y descansar para retomar el camino al día siguiente.
Al llegar a la Plaza principal de Santiago, es fácil que te emociones profundamente. Es el fin de la peregrinación y te encuentras frente a la bella fachada de la imponente catedral de Santiago, en cuyo interior se encuentra la tumba del apóstol Santiago.
Los creyentes abrazan su imagen, hacen sus peticiones y participan en la solemne ceremonia litúrgica, donde impresiona el "botafumeiro" que perfuma con incienso todo el recinto.
Cuando sales de allí, diversas emociones te embargan. Por un lado, la inmensa felicidad de una meta cumplida, el recuerdo de personas maravillosas que has conocido a lo largo del camino; y por otro lado la sensación agridulce que deja todo final acompañado de la expectativa que trae el retomar tu vida con más sabiduría y autoconocimiento.